Que día complicado. Según la consulta rápida que hice el viernes, el tren para Toledo salía a las ocho de la mañana o a las diez. Llegando luego de dos horas de viaje, más o menos. Decidí aprovechar el día así que me desperté a las 6:30hs de la mañana, terrible. Conseguí los billetes en tiempo y forma, el tren para Toledo es lo que se llama un regional, o sea, un tren común. (de más esta decir que tenía ventanas y asientos reclinables)
Fuí para el andén 5, esperaba mi tren a las 8:44hs. Me senté en un banco y a las 8:50hs vi como mi tren se iba. Sí, había perdido el tren por no haberme percatado que era un tren corto y donde estaba sentado la máquina no llegaba a aparecer. Podría haber sucedido también que me tomara el tren anterior que salía para Granada (de lo cual estuve al borde).
Al rato que retomé la realidad, decidí ir a cambiar el boleto, por suerte no hubo más que hacer una cola. Tuve que esperar un poco más de una hora en la estación, para hacer algo de tiempo desayuné un jugo de naranja de 2.5 euros. Esta vez no perdería el tren.
El viaje fué cómodo, había mucho paisaje para ver. Las estaciones me trajeron el recuerdo de las estaciones viejas y solitarias de los pueblos bonaerenses, pero con el sol que pega más intensamente. El tren no llegó a la estación Toledo, estaban haciéndole arreglos, por suerte la empresa de trenes (renfe) ponía a disposición de los pasajeros autobuses para el transalado hacia la última estación.
Toledo es una ciudad en la que se mezclan varias culturas, originalmente fué parte del imperio romano, tras la caída de Roma, la tomaron los bárbaros, luego visigodos. Al tiempo la tomaron los árabes y por último, fué recuperada (o conquistada) por los españoles. En cada cambio de posesión se aportaban construcciones y razgos culturales propios.
¿Qué esperaba ver en Toledo?, acero toledano, espadas, armaduras, escudos y cosas así. Y estaba lleno de eso. Toledo es una ciudad fortificada, rodeada por un río (el Tajo) y construída sobre una montaña. Casi instantáneamente me trajo el recuerdo de un castillo medieval, sólo que es más grande que un castillo.
La entrada fué por el este de la ciudad, a través del Puente de Alcántara (alcántara quiere decir puente en árabe), el puente de roca es de construcción romana y fue reparado varias veces, según dicen. La bienvenida es con una escalera de dos cuadras más o menos. Toledo sería todo subir y bajar.
Un museo fue el primer lugar en donde entré, en un edificio viejo con un patio interno y un aljibe, me gusto más la imagen del patio interior y su jardín que todo lo que habría en el museo.
El estilo de las calles me hacía acordar a las partes intrincadas de Barcelona, aunque Toledo no resultaba tan obscuro. Cada tanto había una plaza, como la de Zocodover, que abría camino a la Calle del Comercio. Los negocios tenían carteles que decían zoco o bazar (zoco, negocio; bazar, tienda de regalos), como en Las Mil y Una Noches. Siguiendo se pueden ver armaduras en los negocios y varias espadas para comprar (150 euros, la que me gustaba).
Era hora del almuerzo, me dediqué a buscar un lugar, los precios lucían menores a los de Madrid. Recorrí bastante hasta que llegué a una terraza. Esperé por media hora y nadie me atendió, salí a buscar otro y no encontré nada abierto, volví al primero pero esta vez me metí dentro, ahí logré que me atendieran por fin. Esto de almorzar fué una idea malísima, porque perdí -al menos- dos horas (en todo el ida y vuelta), que sumándolo con las otras dos horas del tren, sería demasiado.
Terminé de almorzar y decidí que el tiempo no me iba a vencer. Partí hacia la catedral en el centro, de vuelta entre los pazadisos. Había pasado antes pero el precio del boleto de entrada me había detenido, ahora de tarde era gratuito... bien. La catedral de Toledo es inmensa, y la decoración del interior es muy superior a todas las que había visto en el viaje. Decían que no se podía sacar fotos, pero la gente sacaba.
Caminando pasé por una iglesia en la que se celebraba un bautismo. Crucé un barrio judío, entré un poco a mirar, había también una sinagoga.
En las cercanías de la catedral, estaba el Alcázar de Toledo (palacio), ubicado en la parte más alta de la zona que estaba recorriendo (el casco histórico). Lo estaban reparando de uno de los lados. Caminé alrededor y se veía la construcción, lo están haciendo a nuevo?. Me fuí para la Mezquita del Cristo de la Luz, que le habían hecho mucha propaganda en las oficinas de información turística, lo que más me gustó fueron los jardines adjuntos, el edificio está restaurado.
Bajando para el lado oeste, llegué hasta una iglesia en la que se celebraba un casamiento, estaba lleno de gente. Parece que hoy era un día especial. La iglesia era bastante interesante tenia cadenas en las paredes, como para colgar algo del tamaño de un cuerpo humano.
En este momento, tenía media hora para llegar al otro lado de Toledo a pie, porque de otra manera mi tren se iba sin mí. Tenía cosas pendientes por ver, la entrada por el puente del oeste y el museo El Greco. Otra vez sería, pregunté por una manera de llegar al otro lado y era imposible, el colectivo no iba a pasar. Caminé mucho y rápido, volví a ver todo lo que habia visto antes pero mas rápido. Estaba de vuelta en el principio, llegue con unos minutos de sobra.
El tren salió a las siete y la tarde ardía dorada.
Me gustó Toledo, es otro lugar imperdible, no sólo por las construcciones, la catedral, la vida de las calles, sinó también por el entorno montañoso en el que se sitúa con el río rodeando por debajo.
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