Y aunque algunas veces al mirar ese traje abrigado de Papá Noel (diseñado para transpirar al sol radiante entre la nieve falsa y los pinos de plástico) es tan evidente que está todo al revés: me doy cuenta, después de más de treina años reflexionando, que la Navidad Subtropical en la Ciudad tiene un encanto especial.
No por ser una época de festejos, encuentros, las próximas vacaciones y particularmente los regalos.
No por eso, sino por el perfume que se siente.
El efecto del vínculo y la sensación venía tan grabado que no lo había percibido antes o era que lo asociaba al recuerdo feliz e innato de las vísperas. Siempre fué alegría instantánea para mí.
La envidia del otro hemisferio. Es difícil imaginarse un momento en el cual tantos eventos prósperos estén alineados.
Este año no decoro las páginas pero les vuelvo a desear unas Felices Fiestas.
La Garganta del Diablo
De noche, como un transeúnte más de las tinieblas, el destino no puede tener un nombre más apropiado. Mientras la selva crepuscular no parece adormecer, la Luna llena permite crear la escena perfecta de un sueño, irreal y majestuosa. La escaza luz realza los detalles más brillantes y delicados de la textura del agua corriendo caprichosamente, volviéndose un azul profundo antes de caer al vacío blanco.
De día, en el mirador de la garganta se puede sentir el agua salpicando y la emoción casi como teniendo alas (el vencejo de cascada sobrevolando, mojándose y posándose en la roca húmeda casi detrás de los saltos.) El paisaje entero se transforma a cada instante, dando la impresión de que la tierra se traga el río de una vez.
Cataratas del Iguazú: y otro clásico que no conocía, digno componente de las siete maravillas argentinas o del mundo, si es que alguien recopila esa lista.
Una intriga pendiente que surgió fue de la historia del nombre. Está la leyenda, pero para mí no deja claro el origen:
De día, en el mirador de la garganta se puede sentir el agua salpicando y la emoción casi como teniendo alas (el vencejo de cascada sobrevolando, mojándose y posándose en la roca húmeda casi detrás de los saltos.) El paisaje entero se transforma a cada instante, dando la impresión de que la tierra se traga el río de una vez.
Cataratas del Iguazú: y otro clásico que no conocía, digno componente de las siete maravillas argentinas o del mundo, si es que alguien recopila esa lista.
Una intriga pendiente que surgió fue de la historia del nombre. Está la leyenda, pero para mí no deja claro el origen:
Boi -una serpiente habitante del río Iguazú- requería una bella joven Guaraní. Naipí sería sacrificada, al conocerla, el cacique Tarobá intenta evitarlo. La noche anterior se escapa con ella en canoa. Enfurecida Boi quebró el cauce para atraparlos, convirtiendo la cabellera de Naipí en los saltos y en los árboles arriba a Tarobá. Boi vigila sumergida en la garganta que no vuelvan a unirse pero en los días de sol el arcoiris los vuelve a conectar a pesar de esoSi esta es la leyenda que le da el nombre, me falta esa parte.
Burrito y compañía
Desde el martes sé que puedo conseguir burritos en Buenos Aires. Aunque le termine haciendo "propaganda" gratuita a la California Burrito Co., debo decir que son muy buenos. Se pierden treinta mangos de una, pero el sabor viene incluido.
Y de ahí empezó la nostalgia de los tiempos en California y de los burritos para llevar a la cena. "¿Le agregamos picor?", enunciaba en la ejecución de los movimientos finales de la preparación antes de cerrar el paquete.
Cuando el burrito era demasiado -y casi siempre adjunta un carácter fatal- estaba la quesadilla, como una versión amistosa y fácil, sin salir del estilo culinario. Es la próxima.
Y de ahí empezó la nostalgia de los tiempos en California y de los burritos para llevar a la cena. "¿Le agregamos picor?", enunciaba en la ejecución de los movimientos finales de la preparación antes de cerrar el paquete.
Cuando el burrito era demasiado -y casi siempre adjunta un carácter fatal- estaba la quesadilla, como una versión amistosa y fácil, sin salir del estilo culinario. Es la próxima.
Fui a los glaciares!
Al fin.
Después de saber por tanta gente que los glaciares eran espectaculares, lo pude sentir por mí mismo. Si, desde hace tiempo quería ir e inclusive varios conocidos (de aquí y del extranjero) me preguntaban: ¿cómo no había ido?
Justamente, releí un párrafo de 2004 en el que describía unos turistas de francia rumbo al sur, desde ahí -más o menos- lo tenía en la lista. Al haberlo contemplado, algunas personas habían catalogado la experiencia como un sueño realizado.
Siempre hay algo más para hacer, si ya viste el glaciar, podés dar un paseo corto encima, después podés internarte medio día para ver bien que se siente y después de eso, se me ocurre una excursión al Campo de Hielo (hielo continental), la maquinaria que fabrica los glaciares. Siempre algo más extremo.
El parque de los glaciares me pareció irreal, tan arcaico y frágil, invitando a viajar en el tiempo a un pasado muy lejano. Pensar en el espacio que ocuparon, dominando el paisaje, en el cambio y el fin. Y me doy cuenta una vez más -de tanto para ver, sentir y entender- que siempre habrá algo sorprendente.
Hay que ir, volver.
Después de saber por tanta gente que los glaciares eran espectaculares, lo pude sentir por mí mismo. Si, desde hace tiempo quería ir e inclusive varios conocidos (de aquí y del extranjero) me preguntaban: ¿cómo no había ido?
Justamente, releí un párrafo de 2004 en el que describía unos turistas de francia rumbo al sur, desde ahí -más o menos- lo tenía en la lista. Al haberlo contemplado, algunas personas habían catalogado la experiencia como un sueño realizado.
Siempre hay algo más para hacer, si ya viste el glaciar, podés dar un paseo corto encima, después podés internarte medio día para ver bien que se siente y después de eso, se me ocurre una excursión al Campo de Hielo (hielo continental), la maquinaria que fabrica los glaciares. Siempre algo más extremo.
El parque de los glaciares me pareció irreal, tan arcaico y frágil, invitando a viajar en el tiempo a un pasado muy lejano. Pensar en el espacio que ocuparon, dominando el paisaje, en el cambio y el fin. Y me doy cuenta una vez más -de tanto para ver, sentir y entender- que siempre habrá algo sorprendente.
Hay que ir, volver.
Viaje al fin del mundo
En unas semanas salgo para Ushuaia. A diferencia de otros lugares, hasta que empecé a buscar un poco, no tenía mucha idea de lo que podría llegar a encontrar, salvo por el frío. Aunque sí recordaba haber visto el trencito y la cárcel mientras esperaba viendo la tele como un organismo inerte en algún lado.
Necesitaré una serie de equipamento el cual no dispongo incluyendo: campera abrigada e impermeable, guantes abrigados, pantalones abrigados, zapatillas abrigadas y demás cosas también abrigadas. Mi elemento definitivamente no es el hielo.
Es impresionante lo lejos que es de Buenos Aires, a ojo parece ser la máxima distancia dentro de Argentina (sin tomar en cuenta Antártida.) En lína recta de Ushuaia a Buenos Aires son ~2500 km.
Necesitaré una serie de equipamento el cual no dispongo incluyendo: campera abrigada e impermeable, guantes abrigados, pantalones abrigados, zapatillas abrigadas y demás cosas también abrigadas. Mi elemento definitivamente no es el hielo.
Es impresionante lo lejos que es de Buenos Aires, a ojo parece ser la máxima distancia dentro de Argentina (sin tomar en cuenta Antártida.) En lína recta de Ushuaia a Buenos Aires son ~2500 km.
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