Desde el martes sé que puedo conseguir burritos en Buenos Aires. Aunque le termine haciendo "propaganda" gratuita a la California Burrito Co., debo decir que son muy buenos. Se pierden treinta mangos de una, pero el sabor viene incluido.
Y de ahí empezó la nostalgia de los tiempos en California y de los burritos para llevar a la cena. "¿Le agregamos picor?", enunciaba en la ejecución de los movimientos finales de la preparación antes de cerrar el paquete.
Cuando el burrito era demasiado -y casi siempre adjunta un carácter fatal- estaba la quesadilla, como una versión amistosa y fácil, sin salir del estilo culinario. Es la próxima.
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