Ya con la nieve de Madrid centro me alcanzaba, pero quise más y se me ocurrió ir para el norte, en cualquier tren que vaya para el norte. Primero pensé en San Ildefonso de La Granja: como no lo conocía y dudaba de encontrar el camino terminé eligiendo el lado de El Escorial. Ese lugar tiene mucha pinta de ser helado.
El tren que yo quería no venía y de impaciente me tomé otro que pasó: iba para Segovia. Es más lejos, no sabía si habría nieve; igualmente lo tomé, era el destino.
Cada vez que el tren avanzaba el paisaje se volvía más blanco, la nieve venía de ahí o más bien, yo estaba yendo hacia ella. El manto blanco suave se extendía tapando todo, tendría un espesor de veinte centímetros. Es sorprendente como cambia la imagen, es otro escenario.El vagón estaba casi vacío, en una estación el tren se detuvo mucho más de lo normal y cuando arrancó volvía para Madrid... Dije "bueno, se acabó el viaje", "me equivoqué de tren" pero estaba retrocediendo, retrocedió un poco y retomó el trayecto. ¿Lo habrá hecho porque necesitaba impulso para romper la nieve densa sobre los rieles? ¿O quizás también se sumaba una pendiente pronunciada?
En una estación en medio de la nada, bajé para ver la nada, la bruma gélida de la montaña no permitía ver a más de tres metros como mucho y lo único que se veía eran árboles tapados de nieve. Esta es la parte más fría del viaje.No podía creer lo que veía cuando llegué a Segovia, la cantidad de nieve y ciudad que había mezclada, los autos tapados de nieve, los árboles blancos, los techos blancos y la gente tirándose nieve. "La vez anterior que vine estaba en remera..."
Lo primero que hice fue tocar la nieve de ahí, suave como algodón y frágil como espuma; quise hacer una escultura -una cara- pero las manos se me congelaron antes de que se pusiera interesante, tardé en recuperarme a sí que no saqué ni foto. Los más chicos armaban muñecos de nieve, los medianos les tiraban nieve a todo lo que se movía, el furor son los buses.
Por ahora seguía el sol, resplandeciendo en la superficie blanca y un cielo despejado, pero cuando llegué al acueducto romano se largó a nevar, nieve muy fina pero continua, las gotas en la lente desenfocaban y los "copos de nieve" eran tan abundantes que hasta salían en las fotos.Me empecé a cubrir de nieve y siendo un habitante subtropical inexperto terminé mojándome todo, sintiendo fríos los pies en agua, los copos se colgaban de las pestañas o se metían en los ojos. La cara todavía me arde.
En las laderas hacían patín sentados tenían patines específicos. La otra diversión era hacer cola para comprar churros en los kuiosquitos humeantes. Cuando me fui seguía nevando intensamente. Nunca había visto tanta nieve.
La Estatua de la Libertad.
La otra vez me enteré que un escenario de la película
El primer destino fue Versalles, obviamente, donde está el Palacio de Versalles. Practicamente fue la elección de este destino lo que me llevó a adquirir el pase libre. El tren a Versalles es un tren sin aire acondicionado, por lo cual, hubo que elegir un buen lugar para sentarse y para poder ver, aunque parte del viaje se hace por un tunel cerrado. Por el precio, pensé que era más lejos (o el tren era muy rápido).
Algunas las fuentes estaban congeladas (?) en la mañana, muchos que pasaban se divertían tirando piedras, estas podían romper el cristal helado o patinar indefinidamente. Lo inmenso del palacio -ya que son varios sitios- me hizo pensar lo complicado de mantener y lo que debe haber costado en el pasado; las arboledas y jardines están recortadas meticulosamente; la pintura de todos los enrejados está reluciente. Definitivamengte, digno de un rey.
El siguiente destino fué cruzar el Sena (Seine) en metro (Metropolitain). El puente está al aire libre, así que hay unos segundos de paisaje para ver. Es raro, las vías del subte son anchas como una rueda de auto común, los vagones, de hecho, parecen tener ruedas normales. En esa línea en especial había olor a madera quemada. Para que se entienda más, la vía es plana, no es como la de un tren, es ancha y plana, supongo que un auto podría montarse sobre esa vía sin ser modificado.
Un almuerzo y seguimos para el Arco del Triunfo que veíamos a lo lejos. La última vez que lo vi estaban reconstruyéndolo pero hoy estaba terminado y sin andamios, resaltaba en el horizonte. Pasé por debajo; atravesarlo completo -a la Napoleón- no está permitido, subirlo sí pero vale ocho euros... así que en definitiva: tampoco se puede hacer.
Cuando pensé que se terminaba, recorrí el mapa y encontraba más lugares para ir. Uno al que realmente le debía una visita era la "Ciudad de la Ciencias". La estación estaba desolada (tipo
Lo que seguía era de lo mejor que vería hasta ahora. Una esfera metálica pulida gigante, montada sobre reflectores y rodeada por fuentes. El silencio de la noche rompía por melodía eletrónica (onda tema de
Volví a esta catedral famosa y seguí los pasos del jorobado hasta los campanarios e inclusive encima de ellos; como siempre intervino el vértigo. Es una vista excepcional y vale la pena subir esos cientos de escalones espiralados. Son tres etapas.
Más arriba, en el interior del campanario es enteramente de madera, mientras yo luchaba con el miedo, veía a los chicos subir y bajar por todos lados; me causo gracia un cartel de "absolutamente prohibido fumar", la estructura parecía tan inflamable como el aliento de un borracho en su apogeo. Las campanas son enormes: un poco más altas que una persona.
Después de ver la torre desde abajo, surgieron las ganas de verla desde adentro, desde arriba.
Vértigo intenso de por medio, (la torre es hueca y el viento se siente casi por completo) llegué hasta la primer planta. Desde ahí se puede ver entre los pilares, la superficie debajo de la torre, el miedo a las alturas atacaba con todo pero al menos la torre permanece muy firme en la primer planta; casi no podía mirar para abajo. Se capta la inmensidad de la torre en su sombra.
El terror aumentó subiendo a la segunda planta, por ahí leí 680 en el número de escalón (es el último que me acuerdo, debe haber más) -están numerados de 10 en 10- y es lo más alto a lo que se llega por la escalera. Tampoco se siente la vibración de la torre, pero aquí me aterrorizé con la explicación de que en la cima, la punta de la torre se dezplaza hasta 10 cm. del eje ideal. De ahí se sube a la cima.
Pasé por el Grand Palais y por suerte el Petit Palais estaba arreglado, terminado de restaurar. La vez pasada estaba totalmente oculto por andamios y vallas. Tiene un esplendor digno de un palacio, no se queda atrás con lo de "petit".
Sea Madrid-París ó París-Madrid, éste es un itinerario que siempre me resulta complicado. En esta oportunidad, no fué por mi incompetencia, no señor: fue por una huelga de transporte en París -los parisinos se toman las huelgas en serio parece- todavía ignoro el motivo, la cuestión es que cuando corría por la terminal para llegar al embarque, ojeaba los monitores pero no miraba información sobre mi vuelo (de Easyjet), cuando lo hice -leí "CANCELADO"- sonreí e intenté (pero no pude) imaginar la serie de complicaciones que se avecinaban. Aqui vamos de nuevo, varado como la vez pasada.
Corrí desesperadamente desde la T1 a la T2, de donde sale un bus gratuito que conecta con la T4, ese bus funcionó perfecto y en menos de 10 minutos ya estaba dentro de la terminal, la facturación era la primera que se veía. En este momento estaba tan agitado que tosía de nervios. Pero lo había logrado: facturé el equipaje. Pude apreciar los detalles arquitectónicos de la nueva terminal, es linda, simple y luminosa. Tiene un servicio de wi-fi pero no puede accederlo, debe ser pago.
Cambiaron muchas cosas. Al menos en el Museo del Prado, había nuevas pinturas y algunas estaban ordenadas de manera diferente, pasillos que antes estaban abiertos; creo que mejoraron el recorrido, lo facilitaron. Como siempre no alcanzó un día para todos los museos. La colección temporal era Madrazo, Fortuny y el otro no me acuerdo.
Como me habían dicho, "si te gustan las armaduras, tenés que visitar la Real Armería del Palacio"... y tenían mucha razón. Es una colección impresionante. Tienen armaduras muy peculiares, decoradas, de colección, armaduras para niños, armaduras samurai, armaduras reales, espadas, escudos, ballestas, mosquetes, hasta una armadura para un perro de caza; debe ser la única, por lo general -según ponían- se usaban protectores acolchonados.