Me levanté y el día estaba espléndido, quizá era demasiado tarde para el horario de Madrid y para mí en España tratando de aprovechar los días al máximo (luego aprendería a configurar el teléfono de la habitación como despertador). Desayuné un batido de yogur, melón y cereales. Me acerqué un poco por la ventana, la persiana estaba semiabierta, se escuchaba el ruido de la actividad diaria.
Agarré el mapa y lo miré un poco, tenía marcado con lápiz el recorrido de ayer y pensé en no tomar los caminos anteriores. Preparé la cámara, el mapa y salí a la calle. Se sentía una brisa suave, había más gente, los restaurants abiertos con los carteles en la vereda. Entré a un local de El Corte Inglés para ver si conseguía algunas cosas, pero salí con las manos vacías en un momento.
El viaje de hoy sería por jardines y fuentes, pero para llegar hasta ellos, pasaría por museos y plazas. Di una vuelta y pasé por el Museo de Arte Decorativo, el vestíbulo tenía dos espejos antiguos inmensos enfrentados, se hacía la ilusión de los espejos infinitos. Toqué mi bolsillo para sacar unos euros y la recepcionista dijo 'Hoy la entrada es sin cargo'. Entrando se podían ver todos los objetos que podían llegar a aparecer en una escena del siglo XVI. Es más había recreaciones de las habitaciones de aquellas épocas, con salas de estar, comedor y cocina, dormitorios. Algunos regalos, joyas, esculturas.
Al salir, recorrí rápido porque tal como este museo, el Museo del Prado sería de entrada gratuita también. Pasé por la Bolsa de Madrid, por el Museo Naval, y terminé en una de las entradas. El tamaño de este museo es descomunal, al ingresar conviene tomar el mapa e ir siguiendo las habitaciones que se fueron visitando. Es como ver un libro de arte, están muchas de las obras famosas de las diferentes ramas de artistas europeos a partir del siglo XV. No sólo hay pinturas sinó también esculturas en número y calidad impresionantes.
Mirando uno de los cuadros y leyendo su descripción me enteré del origen de la 'prueba de fuego', una práctica común para probar que argumento era válido en una discusión (medieval?), bastante simple, se tomaban los libros que defendieran cada uno de los argumentos y se arrojaban a una fogata, el libro que sobrevivía probaba la validez del argumento defendido.
A la salida del Museo del Prado recorrí los jardines del exterior hasta llegar al Jardín Botánico contiguo, cuando me enteré que era pago marqué un nuevo destino. La fuente de Neptuno/Poseidón, que quedaba muy cerca y resultó tener un aire similar a la de La Cibeles. Dicen que cuando el Real Madrid gana, los fanáticos se trepan y cubren la fuente de La Cibeles, en cambio, cuando le toca al Atlético de Madrid la que resulta tapada es la de Neptuno.
Siguiendo con el itinerario, me dirigí a una de las otras puertas tipo arco que hay en Madrid, la Puerta de Toledo, estaba mucho más lejos de lo que pensaba y para llegar atravesé una parte no tan agradable de la ciudad, con una calle muy ruidosa y pocos edificios para ver. Crucé la por la estación de trenes Atocha (gigantesca). Pasé por un cibercafé y mandé la primera señal de vida desde mi llegada, era el primer punto de conexión que encontraba. Al rato, compré algo para tomar en un supermercado chino. Retomé camino y ya se terminaba el sol. Cuando llegué a unos obeliscos cerca del destino ya había anochecido. Puerta de Toledo de noche, comparada con la Puerta de Alcalá, está dejada de lado.
Subí por la calle Toledo de vuelta al centro, pasé por una iglesia sin restaurar, realmente se veía vieja. Subí más hasta que llegue a Palacio. Quise volver ahí por la vista que se tiene de la plaza. Descansé un rato a la luz de los faroles. Volví para el centro que estaba lleno te gente, aunque no tanto como el sábado anterior, todos lo bares abiertos.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario