Inca Kola

Salí de viaje a San José de Costa Rica de nuevo, esta vez vía Lima, en un vuelo operado por Taca que salía a las 8 de la mañana. El horario era complicado, ya que implicaba estar a las 5 y media de la madrugada en el aeropuerto. No dormí, así que podemos decir que al menos uno de los pasajeros en ese avión era un zombie. Nunca se me hizo tan corto un viaje tan largo.

Entre momentos nublados en que dejé de estar inconsciente -porque servían comida- pude ver una botellita que me llamó la atención. Inca Kola, con un color llamativo, el cual uno esperaría de una bebida extraída directamente de un marcador amarillo fluorecente y esa "K" que le daba un acento ordinario. Articular palabras era difícil, tuve que dejar pasar unas oportunidades hasta pedirla.

Rica, y también es "consumer safe" ya que está fabricada por alguna de las infinitas ramificaciones de Coca Cola. Las botellitas peruanas de gaseosas tienen un diseño interesante, la de Inca Kola tiene matices incaicos. El otro detalle que recuerdo es el tamaño XL de los granos de maíz en mi arroz con pollo made in Perú, notablemente sabrosa aunque mi juicio era vil y sin valor.

3 comentarios:

  1. No sabía que la había comprado Coca Cola. Pensar que Inca Kola se hizo fama de nacionalista y se presentaba como alternativa a las bebidas de grandes corporaciones. Incluso hay gente que todavía hoy piensa que Inca Kola le ganó a Coca Cola, al menos en Perú. ¿Quién le ganó a quién?

    Mi recomendación si pasás a la vuelta por el aeropuerto de Perú: Energía Inka, la mejor barra de cereal comprada que probé en mi vida. Aunque a esta altura ya la habrá comprado Kellogs.
    Energía Inka

    ResponderBorrar
  2. Hola Adrian, dos preguntas... me muero x tener una Lizano... me traes una? Y me muero x recuperar mi jersey de incakola q perdi en algun viaje... sabes donde puedo comprar uno en argentina?
    Vale-argentica.

    ResponderBorrar
  3. En Argentina se encuentra en la barrio once por los quioscos o en los restauranes peruanos pero el precio te va ser absurdo, pero no hay precio para la añoranza.

    ResponderBorrar