La primer diferencia con la Nike 10K 2006 fue que la Creamfields no quedaba en el mismo lugar, con lo cual, no había buena música. La segunda era que había muchos más participantes.
Tambien a diferencia del año pasado, esta vez las calles se camuflaban de celeste, comparadas con el amarillo de la carrera pasada. Por suerte, llegué tarde y no tuve que bancarme tanto la espera de la largada que -como siempre- fue caminando. Tomé ritmo y seguí por un buen rato a una pareja, me servían de rompehielo para correr tranquilo. El túnel no me sorprendió y cuando vino la subida, simplemente aflojé el ritmo; sin problemas. El cuerpo prácticamente no se quejó, era en su totalidad una cuestión mental, de tranquilidad y de concentración.
Del "cartel endorfina" no ví a nadie, busqué banditas negras en las muñecas de los corredores pero no encontré ninguna, si encontré las rojas de las "águilas de fuego" y también las verdes, de los "no corredores que corren".
La hidratación estuvo bien, quizá por casualidad los puestos de Gatorade no estaban debajo de los sauces y se evitó aquel pantano de gelatina. La llegada tampoco pudo ser esa trampa mortal, sabía que por más que hubiese carteles y arcos no había llegado a ningún lado, así que corrí hasta encontrar la meta real.
Al final, chip por medalla, pasé a buscar una botella de agua; y otra de Gatorade edición limitada Nike 10K, de manzana: dulce pero bien. Ya quería escapar, pero se hizo inevitable la espera para el guardarropa, los organizadores cometieron el error de usar la misma carpa del año pasado y obviamente se saturó.
Casi me olvidaba, el grito de guerra de un tipo era:
"Vamos, vamos que ya están los ravioles"
Felicitaciones para este corredor novato. Seguí así
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