En verano Londres parece un lugar de Centro América, con clima húmedo de llovizna breve esporádica y parches de nubes y sol. Se ve que el primero que llego acá vino en verano y pensó que era así siempre. Y no quiso aceptar lo complicado que se pone en invierno.
Desde el punto de vista de un turista que viene de Buenos Aires, está buenísimo.
Desde el punto de vista del turista de la Costa Oeste de Estados Unidos, esto es como San Francisco pero sin límites, se puede tomar en la calle, de más joven y parece que la gente pedalea más rápido (se conoce como "take the lane"). Y además de vender café, todo tiene un bar.
El Brexit hace que esta ciudad sea para los Franceses como Florianópolis era para los Argentinos en los noventa. Comparando aquel viaje con este, parecería que la vez pasada vine a una ciudad desierta. Esto está lleno de gente.
Hay una década de edificios nuevos y algunas partes me parece que no están más.
Once años después vuelvo. Quisiera escribir que como el ave fénix he renacido gloriosamente sobre mis cenizas de amarretismo, desgano y prejuicios viciosos y he resurgido como el viajero oportunista que podría haber sido. Pero no es tan así, aunque de hecho lo haya escrito igualmente. En cualquier caso espero no decepcionar tanto a mi audiencia inexistente.
Como con todas las cosas que hago en la vida, tengo que tener una vil excusa para hacerlo. En este caso es esta carrera de bicicletas. El circuito tiene su brillo pero no debe ser mucho mejor que salir a andar por el paraíso ciclista del cual vivo a unas millas nomás.
Después de estar un par de días decidí leer lo que había escrito hace once anos. Realmente daba buenos consejos, aunque los haya leído tarde y aunque las consecuencias de no saberlo no tengan un impacto económico de menos de 10 libras. Lo que escribí hace eco en mis recuerdos y no puedo evitar asentirle a ese otro que escribe algo tan familiar. Me impresiona lo conciso que era, quizá es por esta fascinación por lo breve que reconozco tener hace un tiempo.
Es como conversar con uno mismo, porque hoy somos dos personas distintas, él no sabe en absoluto lo que sé yo y yo en la superficie no se lo que sabe el, porque me lo olvide casi por completo. Solo recuerdo la sensación y no tanto los hechos.
Otro de los cambios es como escribo, esporádicamente me es más natural usar conceptos en Inglés y traducirlos al Español. Usar el teclado en Inglés y copiar los acentos de las otras palabras auto corregidas. Llegando hasta escribir palabras que obligan a desambiguar al corrector a darme los acentos que quiero. Uso áspero para la ‘a', hermético para ‘e’, híbrido para la ‘i’ y las otras se las puede imaginar. O a veces me acuerdo de dejar presionada la letra para elegir la versión acentuada.
Es increíble como los once años cambiaron la manera en que miro las cosas, aquí le detallo al lector mi idea:
Cuando era más joven solo miraba y reaccionaba inmediatamente a eso que veía. Ahora reacciono a lo que siento después de haberlo visto. Es sutil pero es clave. Eso podría explicar porque ya no tengo el interés explosivo que tenia antes en viajar. El viaje pasa más por lo que pienso sobre lo que veo en lugar de lo que veo. Llegando al extremo entristecedor de experimentar lo mismo sin viajar en absoluto. Sacar fotos ahora parece hasta casi un compromiso comparado con la desesperación que sentía antes.
Aquello podrá llegar a sonar horrible pero no es tan grave. A veces lo horrible tiene su atractivo también.
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