De día, en el mirador de la garganta se puede sentir el agua salpicando y la emoción casi como teniendo alas (el vencejo de cascada sobrevolando, mojándose y posándose en la roca húmeda casi detrás de los saltos.) El paisaje entero se transforma a cada instante, dando la impresión de que la tierra se traga el río de una vez.
Cataratas del Iguazú: y otro clásico que no conocía, digno componente de las siete maravillas argentinas o del mundo, si es que alguien recopila esa lista.
Una intriga pendiente que surgió fue de la historia del nombre. Está la leyenda, pero para mí no deja claro el origen:
Boi -una serpiente habitante del río Iguazú- requería una bella joven Guaraní. Naipí sería sacrificada, al conocerla, el cacique Tarobá intenta evitarlo. La noche anterior se escapa con ella en canoa. Enfurecida Boi quebró el cauce para atraparlos, convirtiendo la cabellera de Naipí en los saltos y en los árboles arriba a Tarobá. Boi vigila sumergida en la garganta que no vuelvan a unirse pero en los días de sol el arcoiris los vuelve a conectar a pesar de esoSi esta es la leyenda que le da el nombre, me falta esa parte.