Vuelo humano

En el último vuelo de Costa Rica versus Argentina conocí un flaco de mi edad que se ganaba la vida jugando póquer. Mientras hablábamos boludeces, surgió el tema del rafting y el canopy, él estaba convencido de que debí haberlo hecho (o en otra oportunidad hacerlo.) Le hice caso con el rafting hace dos semanas y hoy fui al canopy.

Como en muchas oportunidades lo comenté: sufro de vértigo o miedo a las alturas, y hasta en mi propio balcón lo percibo (un tercer piso.) El canopy o zip lining consiste en tirarse sostenido por un arnés y polea vía un cable entre dos puntos generalmente sobre la copa de los árboles y a una distancia de cien a mil metros.

Cuando conseguí reservar un lugar, me ofrecieron un combo que incluía otra actividad y salía un poquitin más, con eso la razón actividad/guita aumentaba y finalmente no pude decir que no. El asunto implicaba el «Cable Sensacional» o «Superman», nombres cursi si los hay. En el afán de sacarle jugo a unos dólares terminé con algo que no había pedido.

Y aunque en algún momento del setup sentía los niveles de temor fuera del rango operacional standard, es algo inolvidable y me vuelve a encantar mientras lo revivo en la memoria. ¡Y qué lindo debe ser volar!

En números se explica como un descenso acelerado por la gravedad, inclinado hacia el piso, de cabeza, vía un cable de 1300 metros, a una velocidad que según los guías va de 60 a 90 kmh por 45 a 60 s. El balanceo inicial boca abajo a cuatro pisos fue el punto más vertiginoso, más por ser en la ladera de una montaña. El consejo para las generaciones futuras es llevar anteojos, para no lloriquear por la fricción con el aire, los motoqueros sabrán a que me refiero.

El canopy clásico es adictivo, por suerte es un circuito de varios tramos, para quedarse lleno de emoción. Made in France.

Puerto Viejo

Simple, es lo más rápido que se me ocurre. Este lugar es una especie de hoyo negro para mis compatriotas, hay muchos atrapados en la belleza escénica y tranquilidad máxima. Demasiada playa para tan pocos habitantes da ese resultado. Es así, aparte de argentinos, reconocí suizos, españoles, italianos felizmente varados formando una comunidad robinsoniana. Muchos más somos turistas que invadimos para disfutar el agua, arena y arrecifes.

Me daba la impresión de que a veces se cansaban de fingir: al estar en el Caribe, con el mismo clima y gente, es comprensible llegar a creer que Puerto Viejo es una localidad jamaiquina. Poner banderas, música, hojas de maría y toda la temática parecía complicarles la vida, porque estando ahí son ticos y esa vida tiene también costumbres más o menos arraigadas.

Un día implica levantarte, comprar fruta para desayunar, agarrar la bici e irte a la playa. Hay playas para surf, kayak, snorkel, buceo y para tomar sol o hacer esculturas de arena adornadas con coral. Bañarse en el mar o en algun río selvático, almorzar aprovechando las habilidades de los chef exiliados. En el supermercado la mitad de las góndolas se dedican a condimentos (de todo).

La noche solo existe para las dos cuadras del centro, a la que llegan locales y turistas tratando de completar el día normal de unas vacaciones de fiesta entre mosquitos. Algunos mercaderes nocturnos ambulantes realizan intentos fallidos para aumentar la cotización del faso.

Al tercer día pretendí escapar y conocer otra playa, pero un viejo y conocido piquete impidió a la masa turista y regional entrar o salir. Fuí a mirar la protesta sin mi cámara y por eso no parecía un periodista improvisado como el resto. Volví a la playa que más me gustaba.

Lava rafting

El fin de semana pasado elegí un combo de rafting en el río Pacuare y el tour del volcán Arenal, un día para cada uno. Lamentablemente ambos implicaban levantarse a antes de las 7 de la mañana y dependían completamente de las condiciones climáticas. Por suerte, el primero compensó con un buen desayuno típico.

Hasta el sábado tenía una idea vaga del rafting, pero mientras viajaba en la camioneta repleta de guías, fui reconociendo la pasión y el concepto de este deporte. Justamente, venían charlando de los últimos accidentes y comentando los detalles sangrientos, inclusive evaluando la reacción de un colega ante una situación de emergencia. Por supuesto, estaban hablando del tramo Upper Pacuare, la parte pro del mismo río.

Llegando al punto donde zarpábamos vino la explicación teórica de cómo había que trabajar para sobrevivir los rápidos, la manera de remar y de rescatar a quien terminara flotando en la corriente. La idea principal era mantener el control y ser eficientes por medio del impulso coordinado de cada integrante, cuatro en nuestro bote.

La primera impresión fue extremadamente agradable, flotar y deslizarse río abajo, cada tanto con algo de agua que salpicaba. Obviamente, tenía que haber algo más y lo hubo, los rápidos son la parte jugosa donde se concentra toda la acción, se necesita responder con mucha fuerza y velocidad, salir del rápido es escuchar la campana del final de un round. De salpicarnos pasamos a hundir la parte delantera del bote y hacer remadas submarinas, pura adrenalina cuando ya sabías lo que venía.

Ah, uno de los guías tiró que el fin de semana próximo estaba contratado para ser el paparazzi de la actriz que tenía el rol de Xena (Lucy Lawless.) En un turno -seguramente bien temprano- que reservó para ella sola.

Temblor

¡Mi primer temblor! Hace menos de un minuto percibí un movimiento en el escritorio y empecé a buscar un culpable, pero antes de poder seleccionar la vista en tercera persona para ver el entorno, me sentí parte del movimiento y luego todo se estaba agitandose. Ese fue el momento en cual entendí donde estaba y que eso era un temblor.

Temblor del 8-mar-2009 en Costa Rica

Si ud. desea sentir un temblor ya sabe, simplemente pídale a su compañera/o que agite suavemente su silla con rueditas y escritorio, mientras sus pies se apoyan en las patas. El efecto debe durar aproximadamente 20 segundos.

Entre las relfexiones post sísmicas, puedo incluir: "no creo lo que está pasando", "solo me sorprendí porque vivo donde nunca pasa esto", "¿Cómo alguien puede construir algo con cemento y ladrillos si hay de esto?", "¿Cuándo terminará?", "¿Qué escala y cuál habrá sido el epicentro?".

Obviamente lo siguiente fue buscar algún lugar donde esten reportados los últimos temblores en el mundo, servicio probablemente provisto por alguna rama del Imperio. Para mi desilusión no encontré "mi" temblor, pero sí uno que no percibí porque dormía el domingo pasado a las 3 de la madrugada.

No llueve nunca más

Así de simple, ninguna especie de precipitación de agua; no más que alguna nube gorda estancada o lenta que impide sentir el sol en todo su esplendor. El clima ahora es permanentemente nublado, con parches despejados cada tanto.

En definitiva está más estable, no es ese choque violento entre diluvio y sequía desértica de la temporada pasada.

Supongo que es la época adecuada para ir a ver cosas, los volcanes, el rafting, el canopy y todo lo "eco friendly" que se hace en Costa Rica, aparte de fabricar chips de Intel y tomar café por deporte.

Hablando de café, llegué a la brillante conclusión de que la misma corporación megalómana domina el flujo de café turístico en Costa Rica y Perú, si, el mismo negocio, sólo que cambia un poco el paquete y adentro le pondrá cosas locales, pero el resto es igual, mismo nombre. Yo igual lo compro.

Inca Kola

Salí de viaje a San José de Costa Rica de nuevo, esta vez vía Lima, en un vuelo operado por Taca que salía a las 8 de la mañana. El horario era complicado, ya que implicaba estar a las 5 y media de la madrugada en el aeropuerto. No dormí, así que podemos decir que al menos uno de los pasajeros en ese avión era un zombie. Nunca se me hizo tan corto un viaje tan largo.

Entre momentos nublados en que dejé de estar inconsciente -porque servían comida- pude ver una botellita que me llamó la atención. Inca Kola, con un color llamativo, el cual uno esperaría de una bebida extraída directamente de un marcador amarillo fluorecente y esa "K" que le daba un acento ordinario. Articular palabras era difícil, tuve que dejar pasar unas oportunidades hasta pedirla.

Rica, y también es "consumer safe" ya que está fabricada por alguna de las infinitas ramificaciones de Coca Cola. Las botellitas peruanas de gaseosas tienen un diseño interesante, la de Inca Kola tiene matices incaicos. El otro detalle que recuerdo es el tamaño XL de los granos de maíz en mi arroz con pollo made in Perú, notablemente sabrosa aunque mi juicio era vil y sin valor.